Impresionante el eco que ha tenido esta comedia del resucitado Martínez-Lázaro sobre los encuentros y desencuentros entre Norte y Sur (de España). La gracia de "Ocho apellidos vascos" reside en haber trasladado a pantalla grande el lenguaje humorístico del día a día de nuestro país: nada tan nacional -que no nacionalista - como los chistes regionales.

También recoge la película la perplejidad de encontrarse con una sociedad tan idiosincrática como la vasca desde una cultura totalmente diferente. El personaje de Dani Rovira desembarca en tierras vascas como el explorador británico en las misteriosas tierras africanas, sin tener la menor idea de lo que se va a encontrar más allá de las ignotas fronteras norteñas.

Me hace gracia el concepto - yo soy gaditana de adopción y pasé un año de mi vida en San Sebastián, por el mismo motivo que el protagonista - pero más allá del chiste inicial y de dos gags puntuales, la película me pareció desaprovechada y pelín sosa.

Rovira está muy bien, es divertido, tiene gancho y se defiende con soltura frente a un gran Karra Elejalde: el resto del reparto no está a la altura y eso que Clara Lago tiene unos primeros cinco minutos gloriosos. Y las situaciones parece que no dan mucho de sí, teniendo la película algo imperdonable en una supuesta comedia alocada: ratos insípidos en los que se alargan escenas más de la cuenta.

En resumen, "Ocho apellidos vascos" se deja ver, pero en cualquier bar a determinadas horas de la noche, te ríes más con los mismos chistes.