Hace algún tiempo, me hablaron de esta cinta, la cual me resignaba a ver, por la temática tratada y por el precedente de "El tiempo del lobo".
Y si lo llego a saber, ahí se queda, en el baúl de los objetos perdidos.

El film es una agonía constante, desde los primeros minutos hasta el final, que te mantiene en una tensión casi insoportable, a base de personajes sádicos y planos interminables, donde el sufrimiento es lo único que se ofrece.
En este punto, hay que agradecer a Haneke, el dejar a un lado, sangre y tortura física, algo muy apreciado en el género gore.

Con claros guiños a "La Naranja Mecánica", el director se olvida de profundizar en los personajes, en el por qué de las situaciones, centrándose simplemente en la tortura psicológica pura y dura, jugando con el espectador, igual que con los personajes, en un catálogo de sinsentidos y situaciones desquiciantes, que por momentos te hacen apagar el televisor.

Aquí está el debate, ¿se trata de una obra radical y brillante, que muestra una realidad cruda de manera descarnada, o simplemente Hanecke da rienda suelta a sus instintos más macabros y enfermizos?. Personalmente me quedo con la segunda opción, ya que no encuentro necesarias las escenas inaguantables de tensión (con un plano de más de 10 minutos), así como echo en falta un guión más acabado, unos personajes más reales y detallados, y por qué no decirlo, porque no me gusta ver cine que te deje con el cuerpo de jota, mostrando las perversiones más oscuras de la mente patológica de algún director con pretensiones de gran cineasta.

En definitiva, sólo recomendaría esta cinta a mis peores enemigos, y aún así, tendría mis reservas. La violencia, el sadismo, y la crueldad gratuita, ya abundan demasiado en la vida real, como para soportar 104 minutos de lo mismo en el salón de tu casa.