Ante todo, valga una advertencia para aquel que pretenda ver esta película en cualquier plataforma streaming. Su posible calificación, o más bien clasificación dentro del género de terror, podría llamar a engaño a más de uno.
Si bien es cierto que Ford incursiona ( sin desmesuras, ni subrayados ), y en las dosis justas, dentro de lo más trillado del "Slasher", el producto final, se desmarca tanto, y en tantos aspectos de su pretendida procedencia, que al final es un producto indeciso, una miscelánea extraña, pero no por ello menos estimulante.

Ford, conjuga con acierto, la disparidad de los escenarios, dándoles apariencias "engañosas", extrañamente frías y casi obscuras a los que corresponden al glamour de las grandes galerías fashion, y el "upper east side" neoyorkino, frente a la inmensidad abrasada de las praderas de la américa profunda, donde tienen lugar los hechos escabrosos, introduciendo personajes cortados a medida de cliché (Aaron Taylor-Johnson sentado en un retrete exterior) y otros de dudosa clasificación, que son justamente los más interesantes. ( Inmenso el personaje de Michael Shanon, sin duda, lo mejor del film)
Y bajo la punta del iceberg, el resto. Una cuidada reflexión sobre la culpabilidad, el desencuentro, y la fragilidad humana, elementos todos ellos revisionados por enésima vez, pero al menos, en esta ocasión, con originalidad y elegancia, con referencias (al menos para mí) a los mitos cinéfilos más dispares ( desde "las colinas tienene ojos" de Wes Craven" a "perros de paja"" de Peckinpah, o al mismísimo Stephen King.)

Poética la serena belleza de Amy Adamns, y maravillosamente estructurado el personaje de un inconmesurable Shanon, en un papel que cualquier actor habría envidiado.