Otra muy bella muestra del cine inglés que se esfuerza por hacer bien las cosas. Y otra interesante muestra de hasta que punto se puede hacer un gran trabajo de interpretación sin recurrir a los amaneramientos excesivos, los tics de histrión o los gestos sobreactuados. (Gran actuación de Michael Redgrave)

Bella película y bella lección de humanidad la de este profesor humilde, que desde la falta absoluta de empatía transmite mas "buen rollo" que muchas impostaciones y apariencias exteriores, a la vez que desmedido valor al reconocer tras sus errores el fracaso de su vida, en lo que casi constituye un epigrama hablado y magníficamente guionizado por Terence Rattigan. autor por otro lado de la obra de teatro en que se inspira el film.

No faltan elementos de calado social humano como el matrimonio y la infidelidad que contribuyen a enfatizar el derrumbamiento y la soledad, pero a mi modo de ver, lo más hermoso es el subrayado en negrita, en un típico colegio de estricta disciplina británica (aquí muy suavizada) de los pormenores, alegrías y sinsabores de una de las profesiones más bellas y reivindicables que puedan existir, y hasta qué punto en determinadas almas, puede la misma constituir una larga y solitaria carrera de fondo hacia la incomprensión y el aislamiento, sólo roto por la ocasional simpatía de un alumno en donde los sentimientos tan humanamente asimilables, de la compasión y el afecto sincero, se muestran con encantadora sencillez y sin cursilería.

Excelentes diálogos para estupendo teatro filmado con la presencia de muy buenos secundarios, como Wilfrid Hyde-White, algo más joven y menos encorvado que cuando daba vida a un elegante y a la vez pizpireto Pickering en la fabulosa "My fair Lady". Gran adaptación.