Martin Scorsese vuelve a pasear por las calles de su ciudad favorita, Nueva York subiendo al espectador en la ambulancia de de un sanitario afectado y obsesionado con salvar vidas.
Presenta el día a día del encargado de una ambulancia y de cómo va haciendo mella en su estado anímico, la perdida de los ciudadanos a los que intenta salvar la vida.
Se pasea por los oscuros e insanos callejones de una ciudad esplendorosa, apreciándose con nitidez el claro deterioro que sufre el protagonista, interpretado por un sólido Nicolas Cage, que comete el error en algunos momentos de ofrecer una interpretación histriónica, si bien, encaja con el personaje.
Scorsese genera una historia que presenta ciertos paralelismos con Taxi Driver, con un hombre que es testigo del ambiente hostil e insano de la ciudad y que intenta redimirse, para ello se cubre con el manto frío de su ciudad favorita, Nueva York.
Presenta la visión de una ciudad enfermiza, una sociedad insana, dominada por las drogas y las enfermedades, apoyándose en innumerables casos de emergencia que debe atender el protagonista, a los que consigue ofrecer un toque diferenciado, evitando caer en la reiteración.
Se apoya en un reparto de secundarios notable, que acompañan al protagonista en sus salidas de emergencia, aportando variedad de personalidades y comportamientos ante una misma profesión.
Alrededor de ese oscuro mundo enfermizo, plagado de situaciones de vida o muerte, Scorsese consigue dejar espacio para momentos livianos, introduciendo ligeros toques de humor irónico que hacen más llevadero el trayecto.
Plasma la angustia y sentimiento de culpa que azotan al protagonista, apoyándose en las visiones de victimas que persiguen al protagonista, empleando juegos de luces y efectos de cámara rápida bruscos.
Trabajo sólido de un director que ofrece una radiografía exacta de las sensaciones y tormentos que persiguen a un personaje obsesionado con salvar vidas e incluso de dar sentido a su vida.