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Spain Spain · Madrid
GVD rating:
9
Western. Drama 1909. Bushwhackers from the politically corrupt Santa Fe Ring gun down New Mexico rancher Pat Garrett (James Coburn) on his own land. 1881. Pat is a friend to and former lawbreaker with William Bonney (Kris Kristofferson). Seeing middle age and poverty on the horizon, Garrett sells out to the ambitious cohorts of governor Lew Wallace (Jason Robards Jr.), takes on a badge, and proceeds to hunt down and kill Bonney - better known as Billy the Kid.  [+]
Language of the review:
  • es
March 13, 2008
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John Ford le puso fecha de caducidad al western con esa obra maestra que es "El hombre que mató a Liberty Valance" en la que ese territorio en bruto en el que el poder se impone a golpe de revólver, comenzó a extinguirse por la llegada de ferrocarriles, de hombres de negocios... De la civilización. El poder deja de ser impuesto por la fuerza y se emplea el dinero para esto. Muere una época a la que yo no habría concedido mayor importancia de no ser porque el cine la inmortalizó inmejorablemente en mi retina. John Ford anunció este fin, Peckinpah lo explotó.

Lo que en principio sólo se trata del progreso de un territorio acaba adquieriendo tintes de tragedia y poesía en manos de Peckinpah. Se trata de la auténtica decadencia de un imperio, ante la cual sólo se pueden optar por dos vías: adaptarse o resistir. Y aquí es cuando entra otro de los temas fundamentales de Peckinpah: la amistad traicionada. Aquí, evidentemente, se trata de la de Pat Garrett y Billy The Kid.

Mientras que Garrett planea llegar a viejo, para lo que decidirá adaptarse a los tiempos cambiantes, Billy hará lo que ha hecho siempre: lo que le salga de los huevos. Estas dos actitudes les llevarán a que el primero sea contratado para matar al segundo.

Y lo que viene después no se trata de persecuciones con tiros y acción espectacular, sino de resignación, tristeza y melancolía. Todos siguen su cometido aun sabiendo que esto signifique traicionarse a sí mismos o morir. Matan a desgana y mueren sin llanto. Todo esto aparece arropado por una atmósfera sombría y crepuscular, y por un halo poético intensificado por la soberbia música de ese monstruo que es Bob Dylan.

Uno acaba comprendiendo que Pat Garrett ni llegó a viejo ni murió como se nos muestra en la escena que abre la película, sino que ya estaba muerto desde tiempo atrás: se mató a sí mismo o, más bien, lo mató Billy the Kid. Y yo, lo único que puedo hacer ante tal despliegue de maestría, es rendirme ante Peckinpah, el cine y la vida. Obra maestra.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
GVD
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