Una de las mejores películas judiciales de todos los tiempos, aunque no haya leído la novela de Agatha Christie y, sobre todo, con unos cinco minutos finales increíbles, en el que el desenlace es verdaderamente sorpresivo e inesperado. No es de extrañar que una voz en off pida a la conclusión que no se revele cómo termina este caso de asesinato. Mucho mejor verlo por uno mismo.
Se nota la mano de Billy Wilder en la dirección y especialmente en el guión, donde asistimos a una doble faceta del abogado interpretado por Charles Laughton: La seriedad en la defensa del acusado al que da vida Tyrone Power, y la ironía humorística sobre su desobediencia a las órdenes de los médicos sobre recomendaciones para cuidarse (presente también durante todo el metraje).
Gran narración de la que deberían aprender muchos cineastas actuales que se lían a la mínima ocasión con confusos giros, o que directamente pierden al espectador por no saber plasmar lo que quieren contar. Y eso que la segunda vez que la vi después de muchos años, me encontraba bastante cansado y adormecido. Sin embargo, sólo los grandes maestros y las enormes películas consiguen que, por mucho que se te cierren los ojos, quieras seguir viendo el desarrollo de "Testigo de cargo" y mantengas el interés.
Mi nota: 9,3