No deja de ser divertida, pero seamos sinceros, ha envejecido mucho. Claramente aprobada por Franco para mostrar al mundo cómo tenía que ser la familia tradicional española de los 60, pues fue declarada incluso de interés nacional, nadie tiene ya quince hijos y bastantes escenas serían hoy políticamente incorrectas (pese a la edulcoración): La alusión a la religiosidad, el papel delimitado del padre y de la madre o el piropo a la mujer no caben para muchos en nuestra sociedad. Una sociedad que, sin embargo, también podría aprender de muchos de los valores éticos y morales que la película transmite y que, por desgracia, también se están perdiendo.
Para el recuerdo, sobre todo, el gran Pepe Isbert buscando a Chencho, o actores que luego impulsaron sus carreras como Jaime Blanch, María José Alfonso o Pedro Mari Sánchez. Ah, y ese padrino encarnado en su línea por José Luis López Vázquez.