No es ni la primera ni la última película en la que el protagonista se hace pasar por el sexo opuesto para conseguir algún fin, incluso Disney, con Mulán, ha utilizado esta premisa.

En este caso nos encontramos con que el fin no es ni más ni menos que encontrar trabajo, y ahí tenemos al bueno de Dustin Hoffman poniéndose pelucas, vestidos, dientes y tacones para engañar al personal. Pero Tootsie va más allá, pues no solo consigue el empleo si no que se hace una estrella de la televisión, con fans por todos lado, con autógrafos por aquí y por allá. Pero Tootsie va más alla, y es que se convierte en todo un referente para la mujer. Pero Tootsie va más allá, pues se enamora de una compañera. Pero Tootsie va más allá, pues dicha compañera la considera su mejor amiga. Pero Tootsie va más allá, pues el padre de la compañera de la popularísima actriz, que como sabemos es en realidad el bueno de Hoffman, se enamora de él/ella y le pide matrimonio.

El caso es que yo no me quedaría ahí e iría aún más allá. Haría que Tootsie fuera la primera mujer en pisar la luna, tuviera un affaire con el papa y se convirtiera en la primera presidenta de los Estados Unidos de América (ya me estoy imaginando la escena con el himno norteamericano de fondo y todo el público al unísono y a voz en grito diciendo: ¡U.S.A.! ¡U.S.A.! ¡U.S.A!). ¿Os imagináis al bueno de Dustin quitándose la peluca encima de la luna, las bragas en la alcoba papal y diciendo “¡soy un MACHO!” en mitad del juramento de la constitución?. Joder, yo habría hecho una película inolvidable.

(Mantendría la banda sonora, indudablemente).