La realidad no es la misma para todos, o quizás sí, pero evidentemente no la percibimos igual. Hay gente que la vive dura, durísima, y mientras para unos pocos consiste en observarla desde la comodidad del afuera, hay quienes la viven como la intensa lucha con tal de salir victoriosos en el diario vivir.

He de reconocer que con "Pelo malo" he vivido la anécdota desde afuera, tal vez porque no he llegado a experimentar cuán fuerte golpea el desempleo, la desigualdad en las oportunidades, la carencia de afecto, el juicio de valor y la precariedad en corazón, pero hay algo muy claro y es que todos soñamos, y son esos sueños los que finalmente nos han de impulsar a hacerle frente al cambio de esa realidad.

Del simple anhelo vago de querer tener un pelo liso, se desprende un drama crudo y sustancioso que nos expone los más oscuros recovecos de la vida humana, así como el poder de la fe en medio de tal vorágine y el violento arrebato de la inocencia que se produce por las acciones de otros al momento de crecer. Así, tanto Samuel Lange Zambrano como Samantha Castillo, nos narran las dos contra partes que componen el eje de la historia de una forma brillante, hermosa y demoledora.

Por su parte, a través de una acertada dirección, Mariana Rondón logra una especie de docu-drama incluyendo el aspecto político y cultural de una sociedad que, a causa del equivocado modelo en que insiste seguir viviendo, se lleva consigo cada ilusión y libre desarrollo de la personalidad.

"Pelo malo", es eso. Un retrato de la pobreza mental de varios adultos y la riqueza emocional de todo niño pero que, en honor a la cruda realidad, es posible que haya cosas que gran mayoría de ellos no llegan a ver suceder.

LO MEJOR: Guion, actuaciones y dirección.

LO PEOR: Un ligero bache en el ritmo.