No era fácil realizar un biopic que narrase la historia de Jimi Hendrix sin recurrir a los tópicos que suelen rodear este tipo de films (véase "The Doors" de Oliver Stone). John Ridley renuncia a los fuegos artificiales. Lo más previsible hubiese sido mostrar una colección de excesos y barbaridades con la excusa de retratar al genial guitarrista de Seattle. Por suerte nos encontramos ante una cinta de ritmo más bien pausado y de muchos diálogos, puede que demasiados en algún momento.

Si hay algo que destacar es la magnífica interpretación de Andre Benjamin. Te hace creer que estás viendo a Hendrix. Tanto físicamente como su voz o poses en el escenario... Un trabajo de diez. La evolución que realiza del personaje es admirable. Réplicas correctas de Imogen Poots y Hayley Atwell, mostrando a dos de las mujeres que se cruzaron en la vida de esta leyenda del rock. Se ofrece una vaga imagen sobre la escena musical americana y británica de los sesenta, haciendo referencia directa o indirectamente a bandas como los Stones, Beatles, The Who o The Animals entre otros.

El final llega demasiado pronto, y eso que la duración es de casi dos horas. Los fans más acérrimos puede que no terminen muy contentos. Dejo detalles en el spoiler sobre elementos que echo en falta.

En resumen: una película que podía haber dado mucho más de sí. Se agradecen las buenas intenciones y que no sea un producto efectista.