Mola que se hagan películas que pretendan sacar a relucir las feas heridas y malformaciones de un capitalismo enfermo, necesitado de saneamiento; pero Cosmópolis no mola.

El producto es de la marca Cronenberg y se nota. Recuerda su realización a la de ExistenZ o a El almuerzo desnudo, en su atmósfera asfixiante y sutil(aquí mucho más que en aquellas)mente desagradable, en la incomodidad omnipresente y, mal que nos/le pese, en su/nuestra extrañeza constante, que antes de cristalizarse en perplejidad se vuelve confuso desinterés. Como el del protagonista, más o menos.

Porque sí, molan las sugerencias anticapitalistas, pero en esta distopía tan inquietante como simple se traducen en diálogos, sucesos y situaciones cuya extravagancia y absurdo se me antojan plásticos: me plantean en demasiadas ocasiones la indeseable posibilidad de que no sean más que una forma de enmascarar falta de ideas. Esas conversaciones oscuras (tanto como algunos ¿toques de humor?) me provocan más hartazgo y alarma (por si me están tomando el pelo) que ganas de reflexionar. Que de eso quería ir la cosa.

A lo mejor el problema es mío y no de la indiferencia que en general -al final, tarde, no tanta- despierta o deja de despertar (es indiferente) Pattinson y su devenir también indiferente, de la precaria (¿a propósito? ¿para lograr -la logra- la asfixia, la sensación de "desangelamiento" de un mundo gris cuya superficie parece solo arañarse durante la mayor parte del metraje?) realización, o del afán farragoso (¿tramposo? ¿de cripticismo autocomplaciente? ¿pseudointelectual? ¿pseudorracional? ¿supercalifragilisticoespialidoso?) de Cronenberg, . En ese caso el 4 debería ser para mí.

(IRONÍA)