No he llegado en “The Company Men” a empatizar del todo con los personajes y su situación como lo hice por ejemplo con “Los lunes al sol”, pero admito que no ha estado mal la película. John Wells ha optado por plasmar los efectos de la crisis en las clases altas, en los trabajadores con una buena posición y sueldos escandalosamente altos. Durante muchos años los directores de ventas, supervisores, jefes de equipo y demás chupatintas de las grandes corporaciones se creyeron los reyes del mambo: se gastaban 5.000 dólares en una suite cuando viajaban, jugaban al golf en horas de trabajo con los amiguetes, conducían un Porsche último modelo y vivían en una casa que costaba cerca del millón de dólares. No obstante, a todo cerdo le llega su San Martín y un buen día sin quererlo y sin beberlo se encontraron sin trabajo y de patitas en la calle al igual que todo hijo de vecino (la crisis ha hecho estragos en todas las capas sociales).

Está claro que perder tu puesto de trabajo siempre es un palo tremendo, pero no dejo de pensar que esto es un drama edulcorado. No es lo mismo la situación de estos tipos que la de un padre de familia que ganaba 1.000 euros al mes, que ya pasaba apuros para llegar a fin de mes antes de ser despedido y que de repente se ve sin trabajo y sin tener un puto duro extra en su cuenta corriente (la angustia que te entra por no poder pagar la hipoteca y la incertidumbre por no saber si vas a poder mantener a tu familia es indescriptible).

Dejo a un lado lo lejos que me queda en el horizonte el modo de vida de los protagonistas de este filme y me centro ya en la película. “The Company Men” es una cinta que se deja ver bastante bien pese a no ser cine comercial. Buena parte de la culpa de esto la tiene el acertado nivel interpretativo de la práctica totalidad del elenco. Todos están a un buen nivel, aunque si tuviera que destacar a alguien por encima de los demás sería a Kevin Costner (a pesar de que su papel sea secundario).

El filme toca un tema de rabiosa actualidad, está bien rodado, bien interpretado y, por último, te deja algún que otro momento dramático de calidad como por ejemplo cuando la mujer de Ben Affleck le dijo que era un gilipollas más con un currículum. Y poco más voy a añadir, esto no es un peliculón ni nada que se le acerque. No obstante, merece la pena verse (al menos no aburre ni es un galimatías pretencioso como muchas otras cintas que pululan por ahí en la actualidad).