De nuevo nos encontramos con el director de En territorio enemigo, probablemente después de haber tomado un cursillo acelerado de dirección ya que las diferencias son notables entre una y otra.

Aquí Van Damme retorna a su gusto por la dualidad de papeles, si en otros casos interpretaba a gemelos aquí su personaje tendrá un cambio drástico que le hará comportarse como un hombre distinto. Jean-Claude es un policía antipático, mal marido, violento, drogadicto y alcohólico, en suma un desgraciado que trata de detener a un tipo aún peor que él e interpretado por Stephen Rea, pero la espiral en la que se ve metido le llevará al umbral de la muerte para luego volver completamente regenerado.

La primera mitad de la película es un thriller tenso y duro con buenos momentos de cine y Van Damme entregado a su papel de cabrón, aquí volvemos a ver al Van Damme con registros y todo ello aderezado con algunos buenos planos y una ambientación deprimente que le da mayor énfasis a la actuación del belga. Hasta el momento del citado cambio drástico se podría decir que es una película muy conseguida. Pero después la intensidad decrece y, aunque Van damme continua convincente, ya no existe esa fuerza que había en sus ojos y se convierte en algo más normal, otro de los deficits de la película es ese final tan poco creíble en el atraviesa un almacén en un minuto mientras los otros personajes han necesitado más de diez, me imagino que las zancadas de JCVD valen triple.

A pesar de ello la película se deja ver con agrado siendo superior a otras de las propuestas en aquel momento y el papel de villano interpretado por Stephen Rea está a una altura que no se habóa conseguido en las anteriores, eso sí, a la actriz que interpreta a la esposa de Van Damme habría que darle de comer aparte, de lo peor de la película sin duda.