El acompañamiento musical y la realización son de un clasicismo arrebatador, Eastwood transporta con sus imágenes a los años veinte en Los Ángeles, emtreabriendo la mirada a una época oscura para manejar la historia con una depuración intensa prescindiendo de voces en off innecesarias u otros detalles superfluos; sus amplias elipsis temporales no impiden que cada secuencia sea un disparo controlado y preciso, un azote emocional que además culmina en crítica a algunos estamentos de la sociedad.

Para Angelina Jolie el personaje es un regalo que ella sabe aprovechar serena y poderosamente, su belleza no es aquí algo que distrae sino el vehículo trasmisor de un sentimiento auténtico, una mujer cuya fuerza radica en su verdad y la lucha incansable por defenderla.