A mi querido Harrison Ford;

Hoy, 11 de abril del 2016, he disfrutado con tu nueva aparición el la séptima entrega de esta fenomenal saga llamada Star Wars. Has sido aparecer tú, y dejar ese sello personal, esa sonrisa pícara, llena de recuerdos y momentos de lujos televisivos. La cicatriz te sigue quedando genial.

Te he visto algo delgado, y más lento de costumbre, y es que me he podido fijar que los años no han pasado en vano por ese endurecido cuerpo por el celuloide, pero me da igual, es que aquel Indiana Jones que una vez me fascinó, y sobre todo aquel Han Solo que me engancho para toda la vida, han estado presentes en cada una de las escenas.

Son muchas las cosas que deseo decirte, pero ahora, mientras escribo, me doy cuenta, que no tienen mucho valor, ya que prácticamente tratan sobre el film en cuestión, puro efectos especiales, y muy parecido a aquel, en el que dejaste claro que esta franquicia viviría por el resto de los tiempos ligado a tu personaje, con actores que no llenan la pantalla, y aunque sean compañeros tuyos, no quiero menospreciarlos, pero sólo, tú, Han Sólo, has sido el film.

Voy a destacar dos escenas, una no la comentaré por ser tan negativa y dramáticamente tan innecesaria en ese fatídico puente, que no daré el lujo de dejarla en esta carta, pero si desearía dejar constancia de esa emotiva escena, ese reencuentro, esas miradas aún dulces, con la eterna melodía de trasfondo, que han hecho brotar incluso lágrimas de sangre de mi corazón. La emoción ha podido conmigo. Un hermoso y necesario reencuentro.

Bueno, ya ha llegado la hora de la despidida, Han Solo, y es que si no hay algún giro argumental, que me de pie a volver a escribirte, para dejar constancia o relevancia puntual, esta será la última carta que te escriba sobre Star Wars. Hasta nuestro próximo reencuentro, viejo amigo.

Un enorme abrazo de un compañero de aventuras.

Ranxomare