Debe vez en cuando Woody Allen suele tener algún que otro coletazo que consigue cambiar el rumbo apático de su "macarra" vida y lineal filmografía, y con Medianoche en Paris así lo consigue. La película es una degustación de diálogos e imaginación, y presumiblemente una mezcla de vivencias personales con sueños gloriosos con los excesos de Burdeos y Caprice de Deux, con pequeños toques de humor, dramatismo y romanticismo, porque qué sería Woody Allen sin el amor, un hombre capaz de enamorarse cien veces y de cien formas diferente.



La película trata sobre una pareja que están en Paris invitados por los padres de esta, previa a su boda, pero las circunstancias harán que se distancien, ella atraída por un amigo del pasado y el por la Francia de los años 20.

El guion es una exquisitez, no por el tema que trata, porque ya ha sido plasmado centenares de veces, es la forma de presentarlo, de adentrarnos en él de tal forma, que consigue que uno no quiera perder comba, y entre las idas y las venidas, junto a los distraídos diálogos, te engancha hasta su final. Pero todo eso ha sido posible, porque detrás de la cámara hay un genio, que ha sabido marcar las pautas, dar los ángulos necesarios y dar con los ritmos justos para conseguir que los diálogos no aburrieran y que las escenas no fueran eternas.

Destacando otro punto, es la actuación de Owen Wilson, me recordó en ciertos momentos al propio Allen, pero por suerte para nosotros, Wilson le ha dado su propio toque y lo ha hecho genial, porque seguramente si Allen la hubiera interpretado, seguramente no hubiera sido tan buena.


En fin, no hay pegas, pensaba que iba a ser una película pastelera y me he encontrado con un film vivo. Recomendada.