Ella, una camarera, se enamora de quién no debe...del carácter de él poco sabemos, sólo que la trama intenta “disculpar” su “peculiar” y “errático” comportamiento. En fin, que cuando el padre es el ausente en el cuidado de los hijos hay que echar un es “túpido” velo para que los machitos se sientan aliviados, por favor. La hija es horrorosa, la típica mosca muerta, que va de guay, que una vez saquea a su madre emocionalmente tira con ella a la primera de cambio y no se molesta ni en invitarla a su propia boda. Yo hubiese movido hasta el Tribunal Supremo y la hubiera llevado a mi boda aún con harapos y que me juzguen. En fin, todo esto es nada que no se vea andando por el mundo.
Le pongo un 3, porque 50 minutos con los llantos patéticos de una mujer tan pura y miserable a la vez me dan nauseas. Parece que por aquellos 90 gustaba el extremismo nanci, con los rubiales de ojos celestes enseñando el catecismo y los morenotes empotrators malos malísimos subidos en sus motos trompeteras, ¡vamos! Vamos, que si no perteneces a la élite narciso-nanci eres un pobre desgraciao al que no pueden mirar ni las moscas. Me voy por el moquero que me se ha metío algo en “er ojo”.