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Spain Spain · Madrid
Pedro rating:
6
Language of the review:
  • es
October 5, 2008
19 of 28 users found this review helpful
Aunque inspirada en textos de Benito Pérez Galdós, "Sangre de mayo" parece nacer de un cuadro concreto de Goya cuyas figuras se convierten en personajes que se retrotraen en el tiempo para mostrarnos sus vidas. ¿Quién no ha mirado las pinturas de este genial sordo, reparando en algunos de sus anónimos y expresivos tipos humanos, y sentido curiosidad por conocer sus historias? Un muy buen planteamiento sin duda para llevarlo al cine.

Garci lo hace con un esfuerzo técnico impecable, acompañado por una elaborada fotografía y por la dirección artística de Gil Parrondo que convierten a los individuos y escenarios de Madrid, El Escorial y Aranjuez de principios del siglo XIX, aprovechando y adaptando localizaciones actuales de sus cascos históricos, en lo más sobresaliente de la cinta. Madrid de artesanos y mercaderes, de frailes y soldados, poetas y conjuras palaciegas, tabernas y revueltas... Motín de Aranjuez, carga de los mamelucos, fusilamientos... Pero cuando es la ambientación lo más importante de una película, probablemente es porque algo falla. ¿Por qué este trabajo con excelentes expectativas no termina de despegar?

La culpa no es de las interpretaciones y los diálogos, que en ocasiones llegan a ser muy buenos y ocurrentes, en una prosa culta propia del teatro decimonónico español. No se trata del rodaje de las secuencias de acción, en principio tan temidas por el director, que se solventan correctamente y con buenas tomas. Tampoco es en sí la idea de contarnos los sucesos de una época a través del devenir de un sujeto mientras se relaciona con otros que aparecen como secundarios dentro de un trasfondo histórico; de hecho, eso es más bien un acierto antes que empantanarse en abarcar con extensión a demasiados protagonistas.

Lo que realmente falla es que se nota demasiado que la aventura de Gabriel Araceli está ideada aposta para contarnos una parte de la Historia de España. Lo cual hace que aparezca en ocasiones forzada y que no se desarrollen las entrañas de las personas que vemos. Por ello asistimos al desenlace maravillados en parte por la recreación formal, pero sin la emoción que requiere el fondo de los hechos. No sentimos lo que sienten los personajes.

Esto sucede porque Garci ha dirigido esta obra por el pueblo, para el pueblo, pero sin el pueblo. Pensando -como revelan las imágenes de los títulos finales- en homenajear a los caídos en mayo de 1808 y contar aquellas vidas, pero sin ser esas historias el motor del argumento, sino la propia Historia el motor de las otras que quedan así desdibujadas arrastrando al conjunto.

¡Ay, si Galdós o Goya levantaran la cabeza!
Pedro
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