Nos encontramos frente a una historia acerca de la imprevisibilidad, de la complejidad intrínseca de guiar nuestras propias vidas, y como determinadas circunstancias y hechos, que bien se podrían de calificar de fortuitos, son el detonante de una sucesión de acontecimientos que escapan a nuestro control.

En matemáticas se le da el nombre de Teoría del Caos: insignificantes variaciones en las condiciones iniciales de un problema, ofrecen soluciones muy diferentes a complicadas ecuaciones. Seguramente habrán oído aquello del aleteo de una mariposa que acaba provocando un tornado al otro lado del mundo.

Un accidente, en un contexto nada proclive al drama, va a cambiar para mal la vida del protagonista del film, un joven de color al que su padrastro le consigue trabajo como chófer de una acaudalada familia. Empleo a priori sencillo y bien remunerado, su suerte se tuerce al mantener con la hija de sus jefes una relación que no se encuadra en lo estrictamente profesional.

En la caracterización de este personaje aparecen con sutileza los problemas raciales, la desigualdad que acarrea nacer en un lugar socialmente deprimido, y ciertos comportamientos y actitudes propios de pandillas juveniles.

La cinta aborda con perspicacia ciertas frivolidades y excentricidades, que se permiten los acomodados a la hora de relacionarse con aquellos que no alcanzan su posición. Y como determinado activismo sólo se puede afrontar si tienes cubiertas otras necesidades más acuciantes