Como una herida abierta, ‘Gringo’ el debut del realizador José Luis Solís, posa su mirada sobre los acontecimientos generados a partir de la llamada “Guerra contra el narco” llevada a cabo por el entonces Presidente de México, Felipe Calderón.

La historia se localiza al norte de México, concretamente en Monterrey a donde una pareja recién ha regresado después de una estadía de 5 años viviendo en Canadá, y donde se han encontrado con una realidad modificada a punto de la violencia que trastocó la vida de su familia, luego de que el padre, defendiendo su rancho, es asesinado a manos del crimen organizado.

Ante la posibilidad de un empleo, Omar debe partir hacia San Antonio para acudir a una entrevista de trabajo. El viaje lo hará en compañía de la trabajadora doméstica quien aprovecha para visitar a su familia en la frontera, en un recorrido en el que cerrar esas heridas y tomar decisiones será el destino, con un telón de fondo lleno de sangre y muerte.

De entrada, Solís decide dejar fuera del campo visible cualquier hecho de violencia, la cual se presume latente y sobre todo, el motivo de la alienación de la madre ante los hechos sucedidos, en una arriesgada jugada que traslada al relato hacia la procesión interna de cada personaje.

Para poder acercarse a ese estado sensorial, Solís hace uso de muchos momentos plenos de lirismo con una fuerte carga metafórica, en el que la geografía recorrida en esta suerte de road movie jugará un papel importante, pero son tantos los símbolos y cada uno tan subrayado, que el objetivo termina diluyéndose.

Los símbolos que de a poco van introduciéndose dentro del relato, como las yucas en el camino, la mariposa después del acto sexual, el uso de planos holandeses en los flashbacks o el mapa de México recortado de un mapamundi, son presentados de manera tal que pretenden complementar lo que viven y sobre todo, sufren los personajes, escasos de diálogos y que ante tanta carga poética terminan distanciándose y sin lograr transmitir la desesperanza ante el forzado desarraigo que las condiciones del país les impone.

Para destacar, la secuencia donde el protagonista se retira a descansar mientras el encargado de cuidar el rancho entona un corrido donde se narra la tragedia del padre, dando forma al momento más auténtico y emotivo de una película que en su arriesgada y ampulosa propuesta termina por no conectar con su búsqueda primaria, pero que permite advertir las inquietudes de un autor en ciernes.

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