Con una economía de recursos bien aprovechados, el segundo largometraje de Matt Winn es una efectiva película de terror que adolece de ciertas inconsistencias que la debilitan en su último tramo.

Una mujer sospecha que su prometido le es infiel, por lo que con la complicidad de una amiga acuden a un complejo de bodegas en las afueras de la ciudad, lugar donde su novio renta un espacio donde supuestamente guarda un diario que lo compromete.

En el edificio aún quedan algunos pocos clientes, las mujeres llegan unos minutos antes del cierre, descienden al cuarto subsuelo y abren por error una bodega donde encuentran a una extraña criatura con características humanas, que atacará a todos de manera violenta.

La película no tarda mucho en mostrar todas sus armas, y se vuelve explicita rápidamente en cuanto a sus intenciones, y el relato se torna funcional, usando adecuadamente la claustrofóbica locación.

Los clichés son evidentes pero no molestan, la acción y el suspenso no tardan en llegar y son manejados de manera hábil, los personajes son estereotipados pero funcionales, para dar forma a una película sumamente entretenida.

Habrá giros inesperados, sangre y muerte, en una película plagada de lugares comunes pero tan bien manejados que hace pasar un buen momento.


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