La segunda película de la directora china Vivian Qu, es un doloroso relato que expone el alto nivel de corrupción de su país, el maltrato generalizado a las mujeres víctimas de violencia masculina y la impunidad de la gozan ciertos personajes poderosos, tal cual sucede en, por ejemplo, nuestro país y otros tantos de la región.

La historia que narra sucede en un motel que está ubicada en una playa, locación privilegiada que se consiguió gracias a actos de corrupción, al lugar acude un hombre con dos adolescentes que alquila dos habitaciones, Mia, quien está supliendo a la encargada de la recepción, nota algo sospechoso y graba con su celular a través del monitor de vigilancia como el hombre entra a la fuerza a la habitación donde están las menores.

Varios días después, una marca de visible violencia en una de las jóvenes llama la atención y da lugar a una investigación policíaca, donde las empleadas del hotel declaran no saber nada del asunto, inclusive Mia, quien decide callar acerca del video capturado por ella por miedo a perder su trabajo, lo que le creará un conflicto moral, mientras las dos adolescentes tratan de sobrellevar su traumática situación ante las complicaciones que deben enfrentar tanto por la burocracia como por su entorno familiar.

La película de Qu denuncia la normal revictimización de las mujeres que han padecido situaciones de abuso, poniendo en la pantalla un tema complejo pero narrado con nobleza, donde, como lastimosamente sucede en la vida real, todo el peso del caso recae sobre la figura de la víctima y donde el victimario no queda expuesto ni es cuestionado de la misma manera.

El retrato que hace Qu es sutil y trata el difícil tema con gallardía y respeto, en un relato que es por momentos demasiado encriptado y que deja quizá demasiadas situaciones en el aire o sin aclarar del todo, lo mismo que sucede con un final un tanto ambiguo, pero que no demerita el resto de las virtudes de la película.

La narración de la película se sostiene entre el drama del abuso infantil y la investigación policíaca pero sin acercarse a las convenciones del subgénero, más bien se ubica mejor como un relato intimista que pone sobre la mesa diversos dilemas morales que deben enfrentar los desencantados personajes, en un desolador panorama sin lugar para esperar que las autoridades y los adultos asuman sus roles con la integridad debida.

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