Interesante historia en el marco de la guerra civil americana, donde se narran unos hechos poco conocidos por los profanos y en los que se ve claramente que bajo cualquier guerra hay una base económica, fundada en el aquel momento en la riqueza gratis proporcionada por los esclavos. El supremacismo blanco, más allá de ser un fanatismo ideológico irracional, fue un modo de legitimar la brecha social entre unos hombres que tenían el poder de poseer a otros, utilizando su fuerza de trabajo en beneficio propio. La historia deja de ser una simple anécdota para explicar de algún modo cómo hasta el día de hoy todavía no se ha cerrado en Estados Unidos la desigualdad racial, porque subyacen unos intereses que tienen que ver con el poder, las armas y la riqueza capitalista. La corrupción política y la no separación de poderes en las sociedades avanzadas de hoy ya se dieron entonces y siguen minando las bases de nuestra democracia.
Una historia ejemplar con el denominador común a toda guerra y una esperanza todavía fallida en el fin de un problema racial que sigue sin resolver.