No es tan buena, ni tan exitosa comercialmente como la genuina "El padre de la novia" de 1991 pero aún así tenemos una excelente continuación en plan comedia melodramática, por desgracia no muy recordada a tenor de sola crítica que en estos momentos aparece en ésta página. Como digo, tiene algunos gags desternillantes de esos que te se quedan grabados en la memoria cuando la viste muchos años atrás, pero no posee la magia de la original principalmente porque no toca un tema tan profundo y sensible como la otra. La hija ha partido y convertirse en abuelo o padre no tiene el mismo impacto pese a que la llamada a la nostalgia sigue bien presente, por ejemplo, centrada en el hogar de toda la vida.

A estas alturas creo que nadie se sorprenderá si afirmo que la propuesta de ésta como de la primera son genuinamente conservadoras, pese al aire feminista de postín que se quiere dar Anne (Kimberly Williams-Paisley). No sólo por el valor familiar sino por el sentido del arraigo o el recelo hacia el cambio. Por eso, en la misma línea derechista, asistimos a un mundo en el que las mujeres, aunque no lo parezcan, mandan absolutamente y en el que a nosotros nos toca pagar, desvelarnos y bregar por ellas, cosa que en el fondo, aunque nos quejemos, nos gusta. Sea como fuere el acierto de esta saga está en que le da una importancia mística iniciática a los grandes momentos de nuestra vida o ritos de paso.