La misma sensación que te da apagar tu móvil, mirar y pensar tranquilo un rato, parar y estar.
Y es que simplemente pretende enseñarte lo que ya sabes, la vida y ya está. Ni una sola pretensión y gracias a la sensatez de no utilizar subrayados ni la necesidad de explotar cada trama que surge como si hubiera que hacerse bandera de nada, consigue que la sientas más natural que un vaso de agua. No contiene edulcorantes, es como comerse una manzana de un árbol.

A lo mejor cansa la faz de la protagonista, faltándola algo de carisma, pero en esa sosería radica lo que conocemos, no pidas una pegatina muy bonita en esta manzana, ni nada que reviente tu dopamina.

Y si encima los temas que toca te interesan, como no puede no interesarte la vida misma, pues te la disfrutas que da gusto.

Si esto es el primer "largo" de la directora únicamente se puede aplaudir hasta que vuelva al escenario para otro tema más.