Junto a Barry Lyndon (1975) y la Naranja Mecánica (1971), Senderos de gloria me parece uno de los trabajos más brillantes del cineasta británico, y eso ya es mucho decir.
No trata sobre Vietnam ni la II Guerra Mundial, no salen vísceras ni mutilaciones a base de metralla, y es del 57: pero es la peli más antibelicista que he visto en mi vida.
Con una fotografía espectacular y dirigida de forma soberbia, Kubrick nos muestra de pies a cabeza la maquinaria militar de la Francia de la Gran Guerra (1914-1918), a través de Kirk Douglas, un sabueso coronel con un corazón de oro que intenta salvar la vida a tres hombres de su regimiento condenados por la Madre Patria. Pero a medida que avanza la película, uno va perdiendo la esperanza, y los infinitos periplos de Douglas en las altas esferas militares caen en la desdicha por culpa de un juicio militar postizo y una cadena de manos obsoleta (casi medieval diría yo)
Inmensa, compleja, magnífica, el mejor film bélico que he tenido la oportunidad de ver.