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David MS rating:
4
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- es
August 7, 2013
3 of 3 users found this review helpful
La buena calidad de la cinematografía de Corea del Sur ha permitido que lleguen a estrenarse sus películas en territorio occidental, también que algunos de sus directores salten el charco y debuten en territorio americano. El más esperado de todos ellos es Park Chan-Wook, firmante de la alabada trilogía de la venganza -Simpathy for Mr. Vengeance, Oldboy y Simpathy for Miss Vengeance-. El proyecto que ha elegido para debutar en idioma inglés es Stoker (2013), un guión original escrito por Wenworth Miller, uno de los protagonistas de Prison Break.
El reparto: Mia Wasikowska (Alicia en el País de las Maravillas), Matthew Goode (Watchmen), Nicole Kidman, Jackie Weaver (El Lado Bueno de las Cosas), Alden Ehrenreich (Twixt), Lucas Till (X-Men: Primera Generación), Dermot Mulroney (A Propósito de Schmidt) y el director Harmony Korine (Spring Breakers).
La familia Stoker (Wasikowska y Kidman) recibe la noticia de la muerte del padre de familia, Richard Stoker (Mulroney), en un accidente de coche. En el funeral se presenta su hermano, el desconocido y encantador tío Charlie (Goode), que decide pasar una temporada en la casa donde se hospedan los Stoker -que desconocen el lado psicópata que mostrará sobradamente la hora y media que dura este drama familiar-.
No comparto la fascinación que tiene mucha gente con Park Chan-Wook y en especial con su obra magna, Oldboy (2003), por lo que no esperaba nada de este Stoker. Y hacia bien en no esperar nada, pues se trata de otro pufo pseudo-intelectual con un envoltorio perfecto y apenas un par de apuntes interesantes en el guión, lo justo para decidir no quitarla e invertir el tiempo en echar una siesta. Ciertamente el ritmo moroso de la película -y el de todas las coreanas- invitaba a ello.
Que sí, que los planos son bonitos, los movimientos de cámara elegantes, la fotografía, música y cada apartado técnico y artístico es excelso, pero entre medio hay que soportar a un conjunto de actores en estado catatónico manteniendo largas miradas en silencio, diálogos pedantes, o con un comportamiento incomprensible -la Wasikowska por el despertar que le provoca su tío, él bastante predispuesto al incesto por cierto-, todo captado por el objetivo de la cámara con mucha frialdad y parsimonia. Tanto que a veces parece más un bonito cuadro que una película, además los personajes se mueven más o menos lo mismo -salvo un par de estallidos violentos bastante oportunos-.
El reparto: Mia Wasikowska (Alicia en el País de las Maravillas), Matthew Goode (Watchmen), Nicole Kidman, Jackie Weaver (El Lado Bueno de las Cosas), Alden Ehrenreich (Twixt), Lucas Till (X-Men: Primera Generación), Dermot Mulroney (A Propósito de Schmidt) y el director Harmony Korine (Spring Breakers).
La familia Stoker (Wasikowska y Kidman) recibe la noticia de la muerte del padre de familia, Richard Stoker (Mulroney), en un accidente de coche. En el funeral se presenta su hermano, el desconocido y encantador tío Charlie (Goode), que decide pasar una temporada en la casa donde se hospedan los Stoker -que desconocen el lado psicópata que mostrará sobradamente la hora y media que dura este drama familiar-.
No comparto la fascinación que tiene mucha gente con Park Chan-Wook y en especial con su obra magna, Oldboy (2003), por lo que no esperaba nada de este Stoker. Y hacia bien en no esperar nada, pues se trata de otro pufo pseudo-intelectual con un envoltorio perfecto y apenas un par de apuntes interesantes en el guión, lo justo para decidir no quitarla e invertir el tiempo en echar una siesta. Ciertamente el ritmo moroso de la película -y el de todas las coreanas- invitaba a ello.
Que sí, que los planos son bonitos, los movimientos de cámara elegantes, la fotografía, música y cada apartado técnico y artístico es excelso, pero entre medio hay que soportar a un conjunto de actores en estado catatónico manteniendo largas miradas en silencio, diálogos pedantes, o con un comportamiento incomprensible -la Wasikowska por el despertar que le provoca su tío, él bastante predispuesto al incesto por cierto-, todo captado por el objetivo de la cámara con mucha frialdad y parsimonia. Tanto que a veces parece más un bonito cuadro que una película, además los personajes se mueven más o menos lo mismo -salvo un par de estallidos violentos bastante oportunos-.