Atreverse a re-inventar los clásicos, hacer nuevas versiones o atreverse, sin más, a lanzarse a una aventura tan épica, sin medir riesgos ni consecuencias, es, evidentemente, un SUICIDIO CINEMATOGRAFICO; cuando el tema que nos ocupa, se trata ni mas ni menos de un "remake" de una de las películas mas Oscarizadas y atemporales en la historia del cine, es MISION IMPOSIBLE...y en esto estamos, una operación fallida y desastrosa, con algún tinte curioso, que ayuda a que no le quede en exceso deslucida (sinceramente, una magnífica carrera de cuadrigas, que no le ha quedado nada mal, y una escena de galeras bien resuelta), pero desgraciadamente cae en picado en cuanto al resultado general, no, no convence....pero, tampoco aburre, un punto a su favor.

No acompaña al asunto, un rodaje en extremo "moderno" y un montaje sincopado y carente de garra, la ambientación resulta variable y desequilibrada, por momentos brillante, pero deficiente en la mayoría de las secuencias, insuficiente y "demasiado ligera" para contar algo tan deslumbrante (y claro, no deslumbra), vestuario y maquilllaje poco mas que ridículo: se salva de la quema un mimado trabajo fotográfico, aportanto brillo y sombra a cada escena cuando es requerido, y esta partida ayuda a su visionado, no cabe duda.

En la parte actoral, un protagonista competente (Judah Ben-Hur) , un rival (Mesala) que no se sabe de dónde se lo han sacado (inexpresividad es su apellido) y unas actuaciones femeninas planas, planas..al respecto de Morgan Freeman, supongo, no tenía otra cosa que hacer y era la única estrella disponible para dar un poco de
"empaque" a la obra; todo esto, en una historia reconocible, pero con los parametros cambiados, un broma, un cambalache de giros y situaciones, alargadas en ocasiones y omitiendo detalles importantes tanto del clásico que casi parodia, como al respecto de la novela en la que se basa; un forzado trabajo de síntesis desviado.

Destacar la breve, pero agradable presencia de Rodrigo Santoro, interpretando a Jesucristo, que, "milagrosamente" salva los muebles en su papel, aporta cierta sensibilidad y presencia a la historia,
su interpretación y presencia y las dos escenas al principio citadas, conforman lo único destacable del film.

Hay mucho y quizá muy malo en todo el metraje, pero resulta un entretenido trabajo, mas propio de un telefilm de serie B de una tarde de Sábado o Domingo de cualquier cadena televisiva, pero indudablemente, existen cosas mucho peores e insufribles, y, aunque solo sea por curiosidad malsana o curiosidad cinematográfica se debe visualizar (aunque después de verla, me alegro de haberme ahorrado la entrada en pantalla grande), y una cosa queda clara...

CHARLON HESTON era un DIOS (Ben-Hur, definitivo, por y para siempre)
WILLIAM WYLER era un DIOS.
....Y algunos títulos son intocables, si haces una versión, intenta que sea mejor o al menos muestre dignidad y respeto a lo anterior...tirarse sin paracaidas, es lo que tiene.

SALUDOS