El super éxito comercial de la adaptación al cine de la popular serie televisiva de los sesenta El fugitivo, propició que la Academia la nominara a siete Oscar, entre ellos el de mejor película del año, algo que se me antoja excesivo. Viéndola con perspectiva veinte años después, la película queda como un eficaz thriller de acción de ritmo endiablado en el que un cirujano es acusado injustamente del asesinato de su mujer. La policía y los distintos cuerpos de seguridad le perseguirán sin tregua mientras el fugitivo tratará de averiguar quién asesinó realmente a su mujer.

El problema de El fugitivo es su inverosimilitud. Ford demuestra estar en plena forma pero de ahí a sobrevivir a un accidente de tráfico, otro de tren y lanzarse desde una gigantesca presa me parece muy forzado. Cuesta mucho creer que nuestro héroe, por muy listo que sea, despiste a la policía con tanta facilidad y se cuele como Pedro por su casa en el hospital a buscar medicinas con las que curarse una herida muy fea que una vez vendada no vuelve a darle problemas. Tampoco me creo que duerma a la intemperie en pleno bosque con el frío que se ve que hace abrigándose tan sólo con un puñado de hojarasca. Tampoco sabemos cómo se alimenta, ni de dónde saca tanto dinero para ir tirando, vale que le roba la cartera a un anciano en el hospital y que su colega médico le presta algo de pasta pero no creo que sea suficiente para alquilar una habitación, cambiarse de ropa y seguir como si tal cosa. En la vida real Ford habría muerto de frío o le habrían capturado a las primeras de cambio cuando no se hubiese roto la crisma al tirarse de la presa.

Si por algo destaca el film es por su aspecto técnico y por las interpretaciones de sus protagonistas. La fotografía de Michael Chapman permite disfrutar de unas hermosas panorámicas de la ciudad de Chicago. La banda sonora del gran James Newton Howard es el perfecto acompañamiento para la acción y el ritmo frenético de la trama, y el montaje aporta dinamismo a una cinta de dos horas que se pasan sin sentir. Por su parte Andrew Davis volvió a a dar en la diana del éxito después de Alerta máxima de nuevo con su actor fetiche Tommy Lee Jones a quien también había dirigido en A la caza del lobo rojo. Jones realiza un gran trabajo y su esfuerzo como contumaz perro de presa implacable en su búsqueda fue recompensado con un Oscar al mejor actor secundario. Fue el espaldarazo que necesitaba para convertirse en una estrella. En el reparto también encontramos a secundarios de lujo como Joe Pantoliano y el prestigioso actor holandés Jeroen Krabbé así como a una preciosa Julianne Moore (como me pone esa mujer y aquí está para comérsela) en los inicios de sus carrera.

En resumen, El fugitivo es un exitoso film de suspense absolutamente inverosímil pero muy entretenido al que la Academia con evidente manga ancha sobrevaloró nominándola a varios premios de los que al final sólo obtuvo uno. Su éxito comercial propició una secuela filmada cinco años después con Weley Snipes como protagonista sustituyendo a Harrison Ford pero que tuvo mucho menos repercusión.