Sinceramente, me convencía más la sátira estilo James Bond con un malvado malísimo de turno, que esta (cutre -y lo de cutre lo digo por los personajes, no por la producción, que es espectacular-) recreación del típico robo coordinado por un grupo. Además, tampoco hay que irse a Hollywood para coger un referente, ahí tenemos la genial "Atraco a las tres" de José María Forqué, un clásico de nuestra cinematografía. Ubicados ya en la estructura argumental -ya repetida- de coger a un "selecto" grupo de "talentos" para hacer un trabajo, ahora nos metemos de lleno en la gran misión de Torrente, robar un casino de Eurovegas.

Algunos dirán que el gran cambio de la saga consiste en convertir al protagonista de héroe en anti-héroe pero...¿es que alguna vez ha defendido la ley? Desde la primera parte D. José Luis Torrente ha hecho de su capa un sallo y ha perpetrado todos los más abyectos, salvajes, crueles y brutales atentados contra todas las leyes de todos los códigos penales del planeta tierra. Una continuación, más de lo mismo. Esa pérdida de frescura creo que le resta muchos enteros a la película, que intenta convertirse a la postre en una película de robos como ya hemos visto demasiadas, solo que filtrada por el particular prisma de Segura con su personaje mítico. Y la mayoría de las veces no funciona... aunque otras sí lo haga. En la clásica ecuación de plantear el robo, de manera utópica, y luego ver cómo va saliendo en realidad (imagínate, cómo le podrá salir un peligroso atraco a este grupo de descerebrados) Segura ha añadido algunos elementos originales, que dinamizan la historia, sorprendiendo en muchos momentos.

Lo mejor de la película con diferencia, es la prospección de futuro (España, 2018) que hace, con una serie de elementos (desaparición del Euro, vuelta de la peseta, inflacción brutal, etc.) que plantean una aguda reflexión no solo sobre la situación actual de nuestro país, sino de nuestro inmediato destino. Realmente estremecedor, llegando a congelarse las risas ante lo que (posiblemente) nos espera.

Todos los tics y concesiones al público están presentes, y quedarán saciados por el humor zafio, grosero y asqueroso del más asqueroso policía (o expolicía, aunque readmitieran en el cuerpo) del cine español. Y por supuesto, también hay una buena ración de cameos de lujo, empezando por el compañero del protagonista, que es un esforzado Jesulín de Ubrique, que al igual que hiciera Kiko Rivera, intenta salvar los muebles con bastante buena fortuna, y con algunas secuencias realmente divertidas. El resto de famosos, famosetes y actores que pululan por el metraje, supone ese añadido habitual en esta saga; pero si tuviéramos que destacar una presencia que provoca una de las secuencias más descacharrantes de toda la película, hay que mencionar obligatoriamente al periodista Victor Sandoval, convertido en un vigilante de seguridad... y hasta ahí puedo leer. Realmente para troncharse de risa.

¿Es divertida? Pues sí, pero le falta el punto de frescura y originalidad que tenían las anteriores (y no ya la primera, que fue el origen, sino la anterior, por ejemplo, que respetaba el patrón de "Torrente contra el mundo"). Este nuevo escenario del robo milimetrado, no ya por rocambolesco e increíble, resulta algo cansino. Me creo mucho más lo que Torrente hizo en la primera parte, que en un despiste se llevó los kilos casi por equivocación, y se marchó a Marbella. Eso sí, ya quisiéramos en el cine español poder hacer películas con este presupuesto, esta promoción, estos actores (y me refiero a poder contratar a Alec Baldwin, por ejemplo, aunque la primera opción de Segura fue Mel Gibson...) y esta calidad técnica.