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9
7.1
11,406
Drama
A group of priests of various ages lives together with Mónica, a nun, in a house on the Chilean coast. When they are not praying and atoning for their sins, they train their greyhound for the next race. What on earth has brought them here, practically to the end of the world, where a stiff breeze constantly blows? When a new priest moves in, a man suddenly turns up at the door and starts making strong accusations about the newcomer. His ... [+]
Language of the review:
- es
January 30, 2016
161 of 168 users found this review helpful
El título lo he tomado de otra crítica (gracias compañero) y me parece que denota dos cosas muy claras: la película es muy cruda, necesariamente salvaje, y bucea en la inhumanidad de los personajes, metiendo el dedo en la llaga hasta el mismísimo fondo.
Mucho de interesante se ha dicho en otras críticas, pero también se han olvidado o no se han visto algunas cosas interesantes que el film apunta. No digo más, sigue leyendo en el apartado de spoilers, solo si ya has visto la película. Si no, ¡¡¡a qué estás esperando, no seas mojigato!!!
Mucho de interesante se ha dicho en otras críticas, pero también se han olvidado o no se han visto algunas cosas interesantes que el film apunta. No digo más, sigue leyendo en el apartado de spoilers, solo si ya has visto la película. Si no, ¡¡¡a qué estás esperando, no seas mojigato!!!
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Me parece bastante claro que el cura joven y pretendidamente renovador también es severamente cuestionado por los autores del film.
Este cura que aparentemente busca el conocimiento y arrojar luz sobre unos hechos oscuros, parece que en realidad tiene una misión "superior" y no es otra que encubrir a la Iglesia.
Cuando llega sabe que ha habido una muerte, pero no sabe cómo ha ocurrido ni por qué.
Pero, sea como sea, su misión es diáfana y se puede resumir con una frase vulgar pero muy apropiada: "Corramos un tupido velo".
Por eso, tal como yo lo veo, se rinde sin pestañear a las exigencias de la monja que le amenaza con ir con el cuento a la televisión si le cierra el chiringuito (es la que más cómoda se siente y la única que considera el lugar como su verdadera casa).
Es ella, y el cura-inquisidor, quienes organizan la matanza de perros y el consiguiente linchamiento.
En su loca hipocresía (la del inquisidor) Sandokan es como un Cristo. Si muere en el linchamiento, no pasa nada... será por el bien de toda la Iglesia. Y si no muere, como de hecho ocurre, le acogerán como el Salvador que es. Por eso el joven y vendido cura, en una parodia de la puta Magdalena de los Evangelios, le lava y le besa los pies... y luego se lo impone, como penitencia perpetua a los otros curas y a la monja.
A cambio les deja el status quo al que se han acostumbrado, pero se lleva su silencio, que es lo que la Iglesia le ha mandado a buscar.
En ese lugar nadie es bueno. Ni los surfistas, que representan el narcisista y violento mundo exterior. Ni los adiestradores de galgos, que en un santiamén y sin pensarlo dos veces montan un linchamiento. Ni la monja-carcelera (que también víctima del rol servil que tradicionalmente otorga la Iglesia a la mujer)... Y, por supuesto, no los son los curas que roban niños a las madres pobres para venderlos a las parejas ricas,o los violadores, o los pederastas o los que han disfrutado los suculentos beneficios de su connivencia con la dictadura asesina...
Pero menos inocente que todos ellos es la Iglesia, que crea monstruos con su imposición del celibato y que es capaz de aliarse hasta con el diablo (y también traicionarle si cabe) para conseguir su único propósito que es sobrevivir a toda costa y mantener su poder... por los siglos de los siglos.
Los únicos seres nobles en toda la película son los perros.
Este cura que aparentemente busca el conocimiento y arrojar luz sobre unos hechos oscuros, parece que en realidad tiene una misión "superior" y no es otra que encubrir a la Iglesia.
Cuando llega sabe que ha habido una muerte, pero no sabe cómo ha ocurrido ni por qué.
Pero, sea como sea, su misión es diáfana y se puede resumir con una frase vulgar pero muy apropiada: "Corramos un tupido velo".
Por eso, tal como yo lo veo, se rinde sin pestañear a las exigencias de la monja que le amenaza con ir con el cuento a la televisión si le cierra el chiringuito (es la que más cómoda se siente y la única que considera el lugar como su verdadera casa).
Es ella, y el cura-inquisidor, quienes organizan la matanza de perros y el consiguiente linchamiento.
En su loca hipocresía (la del inquisidor) Sandokan es como un Cristo. Si muere en el linchamiento, no pasa nada... será por el bien de toda la Iglesia. Y si no muere, como de hecho ocurre, le acogerán como el Salvador que es. Por eso el joven y vendido cura, en una parodia de la puta Magdalena de los Evangelios, le lava y le besa los pies... y luego se lo impone, como penitencia perpetua a los otros curas y a la monja.
A cambio les deja el status quo al que se han acostumbrado, pero se lleva su silencio, que es lo que la Iglesia le ha mandado a buscar.
En ese lugar nadie es bueno. Ni los surfistas, que representan el narcisista y violento mundo exterior. Ni los adiestradores de galgos, que en un santiamén y sin pensarlo dos veces montan un linchamiento. Ni la monja-carcelera (que también víctima del rol servil que tradicionalmente otorga la Iglesia a la mujer)... Y, por supuesto, no los son los curas que roban niños a las madres pobres para venderlos a las parejas ricas,o los violadores, o los pederastas o los que han disfrutado los suculentos beneficios de su connivencia con la dictadura asesina...
Pero menos inocente que todos ellos es la Iglesia, que crea monstruos con su imposición del celibato y que es capaz de aliarse hasta con el diablo (y también traicionarle si cabe) para conseguir su único propósito que es sobrevivir a toda costa y mantener su poder... por los siglos de los siglos.
Los únicos seres nobles en toda la película son los perros.