Amo a Pedro. Considero que es un auténtico creador y que la pegó un buen golpe de timón a la industria del cine en su momento con sus películas innovadoras y arriesgadas. Lo he comentado en otras oportunidades que es un hacedor de un estilo propio inconfundible y absolutamente transgresor y todos sus films llevan su impronta. Pero lo que nunca termina de asombrarme y es uno de los motivos por los cuáles lo quiero y respeto más, es por el conocimiento tan profundo e intenso que tiene sobre la naturaleza femenina, el tipo nos conoce de punta a punta y es ímposible no sentirte identificada con sus personajes porque nos ama con absoluta devoción. Por éso cada una de sus pelis son una disección profunda y honesta al alma de las mujeres, y como un médico que escudriña el cuerpo de su paciente, Pedro indaga hasta las entrañas a sus protagonistas; las desnuda, las examina, las adora, las cuida, las admira con un entendimiento que pocos directores lograron igualar. Y en La flor de mi secreto logra uno de los puntos cumbres de su carrera. Se mete en el terreno pantanoso del abandono, y con la colaboración indispensable y magistral de Marisa Paredes, logra uno de sus mejores films. Leo es una escritora de novelas rosas, enamorada con locura de su marido, a quién le toca transitar uno de los dolores más viscerales y espantosos que a todas nos tocó vivir alguna vez y es que el amor de tu vida te deje. Y como un alma en pena Leo ve cómo su mundo se desintegra y siente que no va a poder soportar ése dolor y arroja la frase que nos decuartiza el corazón: ¿existe alguna posibilidad por pequeña que sea de salvar lo nuestro?, recibiendo la peor de las respuestas que és un descorazonado NO. Lo de Marisa Paredes es algo impresionante, le pone vida a su personaje como pocas actrices podrían hacerlo, queda expuesta hasta sus venas en una actuación antológica que se mereció todos los premios. Y en éste derrotero de dolor la Leo va muriendo y resucitando, caminando todos los estados de tristeza y amargura, pero como las féminas de Pedro, se levanta y resurge de sus propias cenizas y sigue una y otra vez. Todos los personajes son ejecutados con total maestría gracias al talento del elenco y también a que Almodóvar es un director que sabe como pocos poner en carne viva a sus actrices. Película de una excelencia suprema merece ser reinvindicada porque es uno de los mejores films del genial manchego.