Para ser de un director tan limitado e ideológicamente cuadriculado como Colomo, resulta, al menos, entretenida. Cuando se maneja una historia en torno a un tópico tan típico como el enfrentamiento futbolero-sociológico entre Madrid y Barcelona, se corre el riesgo de caer en todas las trampas. Colomo sólo cae en algunas.
El hecho de que el guión esté compuesto por cinco historias que confluyen en un partido de fútbol, ofrece notables posibilidades, pero también favorece que, como le ocurre a la película, convivan personajes y mini historias bastante bien hilvanadas, con otras decididamente chuscas. Es un acierto presentar el enfrentamiento a través de unos hijos que suelen tener un fiel reflejo en los padres, pero el conjunto general es irregular. Se alternan situaciones bien resueltas con, de manera especial, un final bastante desafortunado.
Algunos actores, como De Castro, sorprenden por su contención, lejos del histrionismo que lucía en “Siete vidas”, si bien el papel más agradecido es el de Alterio, junto con el de la Sardá. Y el peor, el de Puigcorbé, para matarlo. Por cierto, Kira Miró parece que tiene el complejo de que la gente sólo la valora por su físico; que no se preocupe, no es un complejo, y lo peor es que no sólo es aplicable a su personaje. Una comedia bastante simplista, pues en la vida hay muchas cosas más allá del fútbol y el sexo, sobre todo si se tratan de modo tan ligero, pero bastante llevadera.