Hay dos cosas que me atraen especialmente del cine escandinavo: por un lado, su capacidad para romper esquemas y sorprenderte en mitad de la película con una historia que ha evolucionado hacia donde nunca hubieses imaginado tres cuartos de hora antes. Por otro lado, la facilidad que tiene para hacer pasar por cotidianas tramas completamente inverosímiles. Naturalmente, son cualidades complementarias, de modo que lo que empieza pareciendo un drama infantil de concienciación sobre el bullying puede terminar siendo una de alienígenas devoracerebros con toda la naturalidad y solvencia del mundo.

Si analizamos el argumento de “Headhunters” encontramos puntos comunes con otros thrillers complejos de criminales inteligentísimos, atracos perfectos, amores dudosos, aliados cuestionables y venganzas implacables, pero la película noruega esquiva el traicionero bache en el que suelen tropezar sus colegas y logra un producto cohesionado durante todo el metraje en el que las revelaciones y los giros se suceden con total normalidad al ritmo justo para no acumular conveniencias ni parecer que las cosas se resuelven por artificios de guion. Donde otros incurren zigzagueos narrativos para incluir más elementos de los soportables, finales estrafalarios o pintan de humor lo que prometían ser filmes serios para salir de los jardines en los que se han metido, “Headhunters” logra un equilibrio de principio a fin en el que nada falta, nada sobra y todo resulta, como mínimo, creíble. No hay testigos sorpresas de última hora, no juega a mantener confundido al público y no se aprovecha de trucos finales, todo se va cocinando a la intensidad adecuada durante todo el metraje y las piezas que se van encajando poco a poco, están a la vista desde el principio.

Puede que el mérito sea de partir de una novela del afamado escritor de intriga Jo Nesbø, pero todos tenemos en la cabeza novelas más conocidas y más guionizables que han resultado grandes pufos, así que lo lógico es pensar que la fría y elegante factura de su director y la concienzuda construcción de los personajes también han tenido algo que ver. Añadimos a eso la presencia del siempre sobrio y atractivo ‘Matarreyes’ Coster-Waldau y, en conjunto, tenemos una buena película. Es raro que un thriller nórdico me decepcione porque, a pesar de sus particularidades y extravagancias culturales, van a la velocidad que mi cerebro considera ‘de crucero’ y “Headhunters” no es una excepción.