El talón de Aquiles de “Malditos vecinos”, la presencia como protagonista de Seth Rogen, se compensa con el hecho de que, al menos, el susodicho no ha participado en la elaboración del guion, como tiene costumbre, lo que da lugar al humor de trazo grueso poco elaborado que necesita una película sin más pretensiones que distraer y proporcionar noventa minutos de desconexión de la realidad. El planteamiento es tan simple y los chistes tan elementales, que la habitual falta de expresión corporal y ese permanente tono de condescendencia de Rogen en plan «acabo de decir algo, no sé a qué esperáis para reiros», pasan desapercibidos y no impactan en el resultado final. Para ser sinceros, tampoco sus compañeros de reparto Zac Efron y Rose Byrne ofrecen un desempeño mucho mejor, uno por evidentes limitaciones y otra por desmotivación manifiesta, y los gags más exitosos son los protagonizados por secundarios (Dave Franco, Mintz-Plasse...).

Así las cosas, “Malditos vecinos” no debe de ser valorada más allá que por su efectividad para provocar la risa y el resultado no pasa del “meh”. Tiene algún momento logrado con el que conecta con el espectador, pero en general es bastante plana y el hecho de pretender ser una película de humor (con su argumento, su coherencia, su final amable y esas cosas) y no una simple colección de chistes, es admirable y debe ponerse en valor, pero hace que el resultado termina más en la línea de película sosa que en la de comedia irregular. No es mala, algún gag es aprovechable, pero según el estado de ánimo en el momento del visionado se puede llegar a hacer larga y espesa. Recomiendo reservarla para algún viaje en avión, donde la pequeña pantalla de la tablet o dispositivo similar y el ruido de motores hacen que ver películas de más nivel sea un desperdicio - “Malditos vecinos” es inmune a las carencias técnicas y los chistes se entienden o intuyen a través de las dificultades-.