Aunque haya escrito algunas reseñas que puedan sugerir lo contrario, aprovecho para insistir en que no le tengo una especial aversión al cine independiente. Lo que sí es verdad es que me parece un cine que no puede darme lo que busco cuando tengo la posibilidad de dedicar mi escaso tiempo libre a ir a una sala o ponerme una peli en la tele: entretenimiento, épica, epopeyas espaciales, grandes batallas, escenarios majestuosos… y, como por su propia naturaleza están tan limitadas en recursos que siempre parecen contar las historias que se pueden permitir y no lo que querrían llevar a la pantalla, puede que tenga hacia ellas una menor consideración que con productos más toscos pero más vistosos.

Con todo, hay películas como esta “Las vidas de Grace” que hacen honor a la esencia indie y encuentran historias de gran calado, que captan el interés o remueven conciencias, y no requieren grandes presupuestos ni despliegues técnicos. La película se compone de varias historias de cierta dureza social, pero contadas con mucha sensibilidad, de una manera sumamente directa y, a la vez, con mucha suavidad narrativa. “Las vidas de Grace” presenta las tramas con agilidad y las va desarrollando e integrando utilizando la vida de la protagonista como hilo conductor. Aunque se entremezclan y entrelazan, la película compartimenta sus múltiples dramas y los exprime sin efectismos sin sensacionalismos.

“Las vidas de Grace” es uno de los grandes papeles de Brie Larsen y es fácil conectar con unos conflictos complejos, que se escapan a lo cotidiano de la vida del espectador medio, pero escenificados con mucha naturalidad y resueltos con mucha credibilidad. Creo que es ese mesura, esa credibilidad, lo que la hace interesante por encima de las emociones (que también son bien manejadas), que es algo que no todas las películas de este tipo consiguen.