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Spain Spain · CORDOBA
SKYMAL rating:
1
Drama A striking portrait of drifters and seekers in post World War II America, Paul Thomas Anderson’s The Master unfolds the journey of Freddie Quell (Joaquin Phoenix), a Naval veteran who arrives home from war unsettled and uncertain of his future—until he is tantalized by The Cause and its charismatic leader, Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman).
Language of the review:
  • es
January 6, 2013
56 of 107 users found this review helpful
No llevamos ni una semana de 2013 y ya hemos contemplado la peor película del año. Pues eso que nos hemos quitado de encima, señora. Y eso que la cosa prometía. Sala llena hasta la bandera. Más de media entrada vendida. En ciernes, tarde memorable en el cine. Qué inocente. Lo que obtuvimos previo pago de los 8 lirios de rigor fue un batacazo en toda regla. Sin paliativos. P’haberse matao, vaya.

Y es que el tal Anderson este nos agasaja con un truñaco de magnitud 9 en la escala de Richter. Sí, sí, luego dirán que si el nuevo Kubrick, que si puro cine, que si tal y que cual, Pascual. Pero lo que me queda claro tras la pesadilla después de Navidad es que a los críticos les va la marcha. Les mola la tontería y la chorrada. Y cuanto más tontería y mayor la chorrada más estrellas le pondrán a la cosa. Demostrado.

Porque, vamos a ver, ya que estamos comparemos a Anderson con Kubrick. Por seguir la parida, nada más. Donde el primero pone imágenes, como mínimo, bellas e hipnóticas por sí mismas, el infecto de Anderson nos brinda un cortapega, modo aleatorio: on, de secuencias repelentes a más no poder. Donde el director de 2001 te enchufa música de la buena, este otro te cuela algunas tonadillas que tenía de un disco de pizarra que le regaló su tía-abuela. Eso cuando se acuerda de hacerlo. Y cuando, finalmente, aquél te deja perplejo y con la mosca detrás de la oreja, este no deja lugar a dudas: efectivamente, señores, Anderson es un pelma de puta madre.

Mencionemos, por caso, dos secuencias antológicas de The Master: la de los paseos de J. Phoenix entre pared y ventana, por un lado, y la de la moto, por el otro (no se preocupen, esta peli es spoilerproof). ¿Qué pasaría si se quitaran del metraje final? Nada. La película seguiría siendo igual de idiota, solo que más corta, ergo eso que salimos ganando. ¿Son intrínsecamente bellas por sí mismas? Ni de coña marinera. Son más feas que pegar a un padre con un calcetín sudado y encima pedirle la paga. Pues así toda la película, oiga. Pa ir a mear y no echar gota.

Y es que The Master, más que una alegoría en torno a la vida y milagros de un remedo de L. R. Hubbard, es, simple y llanamente, una declaración de intenciones de lo que pretende ser el propio Paul Thomas Anderson. Esto es, un cantamañanas que quiere vivir del cuento y que lo consigue gracias a los palmeros y abrazafarolas a los que va seduciendo por el camino.

En resumen, en un film donde sólo se salvan las actuaciones, comprobamos con desasosiego que Anderson es al cine lo que la burbuja al sector inmobiliario. Puro humo.

La historia lo pondrá en su sitio.
SKYMAL
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