Oriol Paulo ha querido ir más allá de El cuerpo y se la ha pegado. Contratiempo es una película tramposa, marrullera, efectista, con baches de guión, inverosimilitudes, interpretaciones afectadas (eres guapo, Mario, pero eso sólo no sirve) y giros repentinos en plan De Palma que no van a ninguna parte. Cuando Ana Wagener sale disfrazada de Pilar Rahola, el susto es mayúsculo. Dan ganas de salir huyendo de tamaña aparición, antes de que te endilgue una soflama sionista o te explique el arte de romper camas con un mostrenco derechón. Sólo Coronado mantiene la calma y ofrece dignidad a su personaje en este laberíntico relato de costuras abiertas. No quiero extenderme más. No se lo merece. Para recalcitrantes del thriller español.