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Spain Spain · Barcelona
Eduardo rating:
5
Drama Intimate portrait of a woman drifting between reality and denial when she is left alone to grapple with the consequences of her husband's imprisonment. Left alone grappling with the consequences of her husband's imprisonment, Hannah (Charlotte Rampling) begins to unravel. Through the exploration of her fractured sense of identity and loss of self-control, the film investigates modern day alienation, the struggle to connect, and the ... [+]
Language of the review:
  • es
January 15, 2019
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Nunca agradeceremos lo bastante a Jean-Michel Jarre que se dedicara a ponerle los cuernos a Charlotte cuando estaban casados, porque ello provocó dos efectos colaterales muy positivos: ella le abandonó, bien merecido, y reanudó su carrera cinematográfica, que estaba un poco al ralentí, con el entusiasmo de una principiante. Fijaos en su filmografía del siglo XXI: es pasmosa la cantidad de títulos que se acumulan, varios en el mismo año.
No siempre acierta, claro. Hannah es ella, y no hay nada más que destacar. Un papel a su medida, la medida de sus 72 años. Se desnuda, literal y figuradamente. A una edad en que casi todo el mundo prefiere ocultar los pellejos, por aquello de la vergüenza ajena, ella se despelota (en una breve escena) con la mayor naturalidad del mundo, como lo ha hecho siempre. Pero el guión, amig@s... Con la cámara pegada a la Rampling, que apenas abandona la pantalla, poco sabemos de sus cuitas. Cuando empieza el film, su marido acaba de ingresar en la cárcel. ¿Por qué? Ni flowers. Más adelante, Hannah va a llevar un pastel de cumpleaños a su nieto. Su propio hijo le prohíbe entrar en casa: "¿cómo puedes hacer esto después de lo que pasó?" ¿Qué pasó? Encogimiento de hombros. Más adelante, Hannah encuentra unas fotos y, durante una visita, le dice a su marido que ha encontrado las fotos. El hombre pone cara de mala hostia y se larga a su celda. ¿Qué contenían las fotos? A mí que me registren. Y no sucede nada, nada. El aburrimiento es tenaz, porfiado y omnipresente. De todos modos, un amigo mío afirma que, cuando digo que una película es aburrida, se interesa por ella. De manera que ya lo sabéis. Una hora y media de inanidad absoluta y total. ¿El aprobado? Por ella, claro está.
Eduardo
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