Al principio, tú te esperas algo inesperado.

Un psicólogo está a punto de suicidarse porque no aguanta poder leer la mente de todos los pacientes que trata. Una simple acción que llega, más que por lo que muestra, por lo que deja entrever (millones de traumas, oídos una y otra vez en esa consulta).
Otros hombres le siguen, de distinta manera, en sus distintas vidas, dejando claro que comparten dones poco comunes que les dificultan una existencia normal.

Por eso, cuándo se les ve instalados en una cabaña en medio de la nieve uno piensa que vendrá algo grande, aparte de inesperado.
Las horas pasan entre charletas de amigos, rememorando viejas batallitas, siendo conscientes del poder compartido. Una intentona algo pachucha de dar "humanidad" a la historia, pero venga, me vale, quiero ver cosas aterradoras.
Entonces los militares cercan el bosque, los animales empiezan a huir y empiezan a pasar cosas raras. ¡Ya llega, YA LLEGA...!

Lo que llega, lo único que llega, de la mente de Stephen King, del guión y dirección de Lawrence Kasdan... es una sonda anal alienígena DE LAS GORDAS. Dos horacas que dura, madre de dios.
Me parece hasta casi una broma de mal gusto, que algo con un título tan evocador en principio, con cierta premisa atractiva, se acabe revelando como una invasión alienígena que carece de drama o tensión alguna, y encima aburrida, con cuatro explosiones tontas y mucho militar ladrando órdenes (ostia, Morgan Freeman).

La historia de los cuatro amigos pasa a importarte una mierda, aparte de que está mal narrada y peor integrada en el conjunto, como si perteneciera a una película distinta que no sabes que pinta en medio.
Contando con eso, sobreactuaciones horribles y plagios varios, poco queda por salvar de lo que en esencia es lo mismo de siempre, solo que con un aura de "especialidad" que no logra salvar el tedio.

No verla. Dos horas, madre mía.