Poco tardó Eastwood en intentarlo con una película romántica detrás de las cámaras, un actor que como todos sabemos ya a principios de los setenta tenía labrada una imagen de tipo duro. No quiso protagonizar "Breezy" (mejor que el castellanizado "primavera en otoño") y le dio el testigo a Holden, que aprovecha el papel y está a la altura de las circunstancias. La historia puede ser rajada y criticada por todos los costados, un guión que entiendo que pueda resultar atacado sin piedad porque tanto la actitud de uno como del otro, tanto la parte femenina como la masculina, pueden ser tenidas en cuenta como actitudes como mínimo de dudosas.

Pero esto es cine, caramba, y a Clint ya le daba igual cuantos pudieran posicionarse en una historia de amor extraña y en parte inverosímil. Más tarde lo intentó con mayor éxito comercial con aquellos puentes y con Meryl Streep a su lado, pero lo que se puede ver en "Breezy" provoca en cierta medida la misma carga profunda de romanticismo. El amor también, ¿por qué no?; un hombre que identificamos con el cine policíaco o con el western como actor, se pone detrás de las cámaras y es un corderito si hace falta.

No entiendo su fracaso comercial, aunque en todo caso queda para los biógrafos como un claro precedente de lo que acontecerá con aquellos puentes de fondo y el fotógrafo que pasaba por ahí. Una película que permanece olvidada, con apenas reconocimiento, y la otra se considera una de las grandes creaciones no sólo de Clint sino del cine en general.

Y en cierto modo me molesta, porque lo que se ve en "Breezy" tanto si te pilla con la guardia baja como si se es objetivo, no es mala película. Pero bueno, ahí queda para el que sepa apreciarla.