Los primeros veinte minutos son de antología. Es una pena que luego flaquee con demasiados convencionalismos, pero desde luego es propio de casi todo Eastwood, le tiran mucho los lugares comunes.

Pero ese arranque es asombroso. Vuelve a trabajar con el gran Hackman, quien como en Sin perdón borda un prototipo de maldad insuperable ceñida a la cobardía extrema...

Laura Linney, Judy Davis: qué bien escogidas, con qué poco arman una secuencia. Y el gran E. G. Marshall en un personaje muy rico y una interpretación óptima.

Le había puesto un simple interesante pero la voy a subir a notable: lo bueno es realmente notable. Pasen y vean. Háganme caso: qué miedo da el abuso de poder embadurnado de dinero.