A los cinco años comenzó a estudiar piano con su padre y pronto se evidenció que su aprendizaje no correspondía al de un niño de su edad. La insistencia, intransigencia y obsesión de su padre de hacer de su hijo un gran pianista hicieron que el pequeño David se convirtiera en la evidencia de su propio narcisismo frustrado.
A la edad de diez años, David ya había ganado numerosas competiciones infantiles, pero comenzaba a evidenciar ciertas carencias emocionales y conductas impropias para un niño de su edad. Gracias a sus actuaciones, la comunidad musical australiana recaudó dinero para que fuera a Estados Unidos a aprender música.
En un momento cumbre tanto en la vida de David como en la película, semanas antes de su partida, el padre toma la decisión de que el niño no está preparado para alejarse de su familia.
Y así, el sueño convertido en pesadilla trae consigo manifestaciones cada vez más evidentes en el niño de conductas trastornadas, tensiones emocionales, dificultades en el lenguaje, carencia de cualquier tipo de individuación y otras manifestaciones de acusado maltrato físico y psíquico.
Sus habilidades al piano, sin embargo, siguen mejorando a un ritmo frenético y a los diecinueve años recibe una beca para estudiar música en Londres. Decide aceptarla a pesar de los intentos de negativa del padre y de sus amenazas.
Ya en Londres, los profesores pronto se dan cuenta de que tienen ante ellos a un genio en potencia. Por ese entonces, David evidenciaba signos de un trastorno mental de cierta gravedad y se identificó tanto con la música del compositor Rachmaninov que la sentía como si fuese su propio autor. Precisamente mientras tocaba el tercer concierto de este autor sufrió un grave colapso nervioso. Los diez años posteriores los pasó en una clínica psiquiátrica alejado de la música porque según los doctores alteraba su estado de ánimo. Después de este periodo, conoce el amor con Gillian, una mujer que se enamora al instante de la genialidad de David y un tiempo más tarde vuelve a los escenarios. Aunque nunca se recuperó de sus transtornos mentales después de su internamiento, éstos, afortunadamente, no le impidieron llevar una vida estable, en gran parte o absolutamente, gracias al amor de su prometida, Gillian Helfgott.