Teorías un tanto desquiciadas (¿o no?) de autores como Erich von Daniken proponen que en un pasado lejano nos visitaron los extraterrestres y ellos fundaron las culturas más importantes de la Antigüedad. La tecnología y posición de las pirámides de Egipto es uno de esos indicios, obviamente no aceptado por la Arqueología ortodoxa.
Roland Emmerich aprovecha esas teorías y se monta una gran fantasía con esta puerta estelar, creando una buena historia de ciencia ficción y aventuras.
La premisa es absolutamente brutal, aunque una vez que la película arranca motores realmente se queda en una de aventuras más.
No deja de ser un viaje en el espacio (aunque también lo parezca en el tiempo) hasta otro planeta en el que los dioses egipcios no son más que una raza de extraterrestres que esclaviza por el miedo.
Todo el planteamiento de la historia engancha de una forma muy poderosa. Luego hay investigación y aventura en el otro planeta.
La puesta en escena está bastante bien. Se nota un esfuerzo por plasmar lo que podría haber sido el antiguo Egipto, con idioma incluido.
Kurt Russell pega bien como soldado y James Spader como empollón. Pero el personaje más llamativo es Ra, un ser asexuado que domina con mano de hierro.
Efectos especiales muy buenos (para el momento que se hizo, ahora han envejecido un poco) y una banda sonora muy buena pero algo repetitiva completan la receta de Roland Emmerich, alguien que no solamente sabe filmar fines del mundo.
Además esta película dio lugar a una franquicia de series que duró más de una decada. Cientos de episodios que explotaron bastante bien la mitología creada, aunque no todos esos capítulos fueran acertados.