El director y el actor han trabajado juntos en thrillers de acción serios más o menos solventes, pero esta vez han optado por un tono con toques de humor y un argumento insulso para hacer este título.
Spenser es un ex policía, más chulo que una gamba (como casi todos los personajes de “Marky Mark”).
Como suele pasar en estos casos, se ve envuelto por obligación en un nuevo caso a resolver. Pero el asunto no tiene ni enjundia ni emoción alguna. Es tópico y no me resulta nada interesante.
Parte del film, aunque no de forma excesiva, es el típico humor “chorra” sin gracia. El rollo que tiene Spenser con su novia y el “colegueo” con su compañero de piso no hacen más que aburrirme aún más.
Si por lo menos tuviera un poquito más de acción, o más buena, y tuviera un mayor parecido con las clásicas “buddy movies” de toda la vida, a lo mejor sería más llevadera.
Pero está al nivel de cualquier serie policíaca de tres al cuarto, con el único aliciente de contar con Mark Wahlberg. Aunque, pensándolo bien, tampoco es que este tipo sea un actor por el que merezca la pena ver un film. El tipo tiene todo el rato la misma cara, le pase lo que le pase.
Sencillamente y en una palabra, es una película aburrida, y mucho. La investigación del protagonista es tan “amena” que dan ganas de ponerse a planchar o mirar el Whatsapp mientras la estás viendo, con tal de aprovechar el tiempo un poco más.
Es una película absolutamente prescindible, de las que te dan muchas ganas de dejar de verla a medias porque no tiene nada que ofrecer, ni siquiera el más mínimo entretenimiento.