Mel Gibson es un gran cineasta. Con esta película se consolida como un excelente director de películas rompedoras.
Es una grandísima aventura en el marco de la sudamérica precombolina, pero al mismo tiempo es una reflexión y crítica contra nuestra sociedad contemporánea. Y va Gibson y la filma en una lengua muerta. Algo que parece una locura comercial, pero que sorprendentemente consigue un excelente resultado.
Mis conocimientos de estas culturas son muy escasos y no puedo juzgar el grado de realismo con el que se ha recreado este mundo, nunca antes visto en el cine (al menos con este nivel de superproducción). No sé si la lengua está bien representada, o si se confunden aspectos de mayas con los de los aztecas. Pero no importa.
Y es que a pesar del extraordinario diseño de producción en el que nos podemos regocijar con los detalles de maquillaje, adornos y peinados de estos personajes, creo que lo que más llama la atención es la aventura. Una espectacular persecución por la selva que transcurre en la segunda parte de la película.
Aunque no debemos olvidar la increíble secuencia de la pirámide. Muy emocionante.
Gibson, además, como hizo en su "Pasión" no escatima en sangre y violencia. Una crudeza que es posible que se diera en esa época, pero que quizá sea demasiado exagerada en esta película.
Quiero mencionar también el buen hacer de James Horner, en este caso con una banda sonora étnica muy sutil que el espectador casi no aprecia pero que se integra estupendamente en el film (señal de que es muy buena, cuando la banda sonora no se nota).
El trabajo de los actores, absolutamente desconocidos, es genial porque tanto en su aspecto como en las interpretaciones realmente estamos viendo a los nativos mayas de ese momento.
Unos paisajes dignos de ver y una pizca de humor muy bien llevado ponen la guinda a esta excelente película.