Sea por la curiosidad de saber qué y quién hay detrás de este entramado, o sea por el desarrollo y resolución de los propios juegos de supervivencia, “Alice in borderland” resulta ser una de las series más frescas, sorprendentes e interesantes de 2020.
Injustamente, su repercusión ha sido algo escasa en su estreno. Pero luego llegó la sobrevalorada “El juego del calamar”, con la que comparte origen asiático y premisa (y producción de Netflix), para que todas las webs y aficionados a las series se fijaran en ella.
Y debo decir que “Alice” coge al calamar y lo convierte en un bocadillo hecho con pan malo. Esta serie es muchísimo mejor que la coreana.
Partimos de la más absoluta normalidad con estos jóvenes en Tokyo, mostrándonos una vez más la contradicción de la soledad en una de las ciudades más pobladas del mundo, donde estos chicos se hablan por el móvil hasta estando juntos. De repente, todo se vuelve muy marciano y se encuentran atrapados en una ciudad casi despoblada, puestos a prueba en una serie de juegos a vida o muerte, muy diversos e ingeniosos. Me recuerdan a las películas de “Escape room”, en cierto modo.
El estilo japonés, y concretamente del anime, se nota. No en vano, es una adaptación de cómic. Los personajes no están excesivamente desarrollados, pero da igual. Aquí lo importante es ver quién gana, y por supuesto no falta el típico egoísmo que solemos ver en este tipo de ficciones.
Los juegos son muy divertidos. Bueno, no para los jugadores, sino para los que vemos la serie. Los capítulos se pasan volando y no pierden el tiempo en zarandajas, como pasa en muchas otras.
La serie sabe diversificarse y no repetirse, ofreciendo una subtrama muy interesante con el lugar llamado “La playa”.
Sin duda alguna, una serie a tener en cuenta y que se merecería haber tenido más éxito que “El juego del calamar”, en lugar de haberse conocido a la sombra de la coreana.
Muy recomendable. Me ha gustado bastante.