La talentosa Kate Winslet hace de sargento de policía de andar por casa en un pueblo de mala muerte donde no suelen pasar cosas demasiado graves. La actriz lo borda en su papel de mujer que está de vuelta de todo, que no parece estar contenta con su vida, y que es todo lo contrario a una heroína.
El sello de calidad de la HBO se nota en la maestría de atraparnos (a algunos más que a otros, por lo que se ve) en una historia que, en el fondo, es bastante sencilla. De hecho, la serie se recrea en secuencias de vida cotidiana y familiar, que en manos de otros podría haber quedado de forma bastante más aburrida.
De todas formas, a partir del segundo episodio, con la investigación de asesinato, la cosa cambia, y empiezan a salir los trapos sucios de las gentes de este pueblo, algo mil veces visto en otros títulos, y sin la intensidad u originalidad suficiente como para sorprender. Con todo y con eso, está más claro que el agua que los guionistas prefieren desarrollar la vida (insulsa y aburrida hasta cierto punto) de los personajes principales, por delante de la resolución del crimen. Esto deriva en una miniserie bastante lenta de ritmo.
Afortunadamente, el buen hacer de Kate Winslet, la realización, y la dirección de actores y fotografía, logran levantar un producto que tal vez se podría haber contado en aún menos tiempo.
Debo decir que el género policíaco convencional no es de mis favoritos. Si encima resulta que la investigación es solo una mínima parte del contenido total, al final yo a esta serie no la veo para tanto. No me atrevo a decir que es mala, porque no lo es, pero tampoco le veo por ninguna parte la maravilla que muchos afirman que es. En cualquier caso, una miniserie aceptable para ver cuando no haya otra cosa mejor.