Con un estilo intimista y una producción de bajo presupuesto, esta película bélica se aleja bastante de la espectacularidad del soldado Ryan y todas sus “hijas”.
El que quiera ver una versión mucho más intensa y emocionante de una batalla en un bosque helado, que vea el capítulo de las Ardenas de “Hermanos de sangre”.
El reparto es totalmente desconocido, y eso que se centran en las penurias personales de estos soldados, aislados y con pocos recursos en zona hostil. Es más un drama de diálogos que una historia de aventuras o de la propia Segunda Guerra Mundial. Por eso, habría venido bien la inclusión de algún intérprete con más experiencia, o simplemente más talento que estos, que no se les ve lo bastante metidos en sus papeles.
Aun así, este contexto podría haber dado de sí algo mucho más apetecible, si las situaciones planteadas y las relaciones entre personajes estuvieran un poco más trabajadas. Ni siquiera el rollo de la neurosis de guerra está aprovechado como para ser un aliciente al flojo argumento.
La sensación que da es de una continua espera de que pase algo un poco más interesante, que la haga digna del cine ambientado en este conflicto, pero al final se queda bastante a medias.
Además, la fotografía también deja algo que desear, pues hay una iluminación exagerada en las escenas nocturnas, mientras que en los escasísimos tiroteos la cámara se mueve demasiado, sobre todo en el del principio.
A pesar de todo lo dicho, es un film que se deja ver, al menos una sola vez, pero que también es de esos que se te olvidan fácilmente al cabo de pocos días.
Supongo que con el “revival” de Spielberg del cine bélico violento y frenético, otros enfoques como este saben a demasiado poco. Mi puntuación la tengo clarísima.